Como afecta nuestros Suelos....
Un suelo se puede degradar al acumularse en él sustancias a unos niveles tales que repercuten negativamente en el comportamiento
de los suelos. Las sustancias, a esos niveles de concentración, se vuelven tóxicas para los organismos del suelo. Se trata
pues de una degradación química que provoca la pérdida parcial o total de la productividad del suelo.
Hemos de distinguir entre contaminación natural, frecuentemente endógena, y contaminación antrópica, siempre exógena.
Un ejemplo de contaminación natural es el proceso de concentración y toxicidad que muestran determinados elementos metálicos,
presentes en los minerales originales de algunas rocas a medida que el suelo evoluciona. Un caso significativo se produce
sobre rocas serpentinizadas con altos contenidos de elementos como Cr, Ni, Cu, Mn..., cuya edafogénesis en suelos con fuertes
lavados origina la pérdida de los elementos más móviles, prácticamente todo el Mg, Ca, ...y, en ocasiones hasta gran parte
del Si, con lo que los suelos residuales fuertemente evolucionados presentan elevadísimas concentraciones de aquellos elementos
metálicos, que hacen a estos suelos susceptibles de ser utilizados como menas metálicas. Obviamente a medida que avanza el
proceso de concentración residual de los metales pesados se produce el paso de estos elementos desde los minerales primarios,
es decir desde formas no asimilables, a especies de mayor actividad e influencia sobre los vegetales y el entorno. De esta
forma, la presencia de una fuerte toxicidad para muchas plantas sólo se manifiesta a partir de un cierto grado de evolución
edáfica, y por tanto es máxima en condiciones tropicales húmedas.
Otro ejemplo de aparición natural de una anomalía de alta concentración de una forma tóxica se produce en la evolución acidificante
de los suelos por la acción conjunta de la hidrólisis, lavado de cationes, presión de CO2 y ácidos orgánicos que, progresivamente,
conducen a una mayor concentración de Al disuelto y a un predominio de especies nocivas como Al+3 o las formas Al-OH escasamente
polimerizadas (Macias, 1993).
Los fenómenos naturales pueden ser causas de importantes contaminaciones en el suelo. Así es bien conocido el hecho de que
un solo volcán activo puede aportar mayores cantidades de sustancias externas y contaminantes, como cenizas, metales pesados,
H+ y SO4=, que varias centrales térmicas de carbón.
Pero las causas más frecuentes de contaminación son debidas a la actuación antrópica, que al desarrollarse sin la necesaria
planificación producen un cambio negativo de las propiedades del suelo.
En los estudios de contaminación, no basta con detectar la presencia de contaminantes sino que se han de definir los máximos
niveles admisibles y además se han de analizar posibles factores que puedan influir en la respuesta del suelo a los agentes
contaminantes, como son: vulnerabilidad, poder de amortiguación, movilidad, biodisponibilidad, persistencia y carga crítica,
que pueden modificar los denominados "umbrales generales de la toxicidad" para la estimación de los impactos potenciales y
la planificación de las actividades permitidas y prohibidas en cada tipo de medio.
Los suelos cambian mucho de un lugar a otro. La composición química y la estructura física del suelo en un lugar dado, están
determinadas por el tipo de material geológico del que se origina, por la cubierta vegetal, por la cantidad de tiempo en que
ha actuado la meteorización, por la topografía y por los cambios artificiales resultantes de las actividades humanas. Las
variaciones del suelo en la naturaleza son graduales, excepto las derivadas de desastres naturales. Sin embargo, el cultivo
de la tierra priva al suelo de su cubierta vegetal y de mucha de su protección contra la erosión del agua y del viento, por
lo que estos cambios pueden ser más rápidos. Los agricultores han tenido que desarrollar métodos para prevenir la alteración
perjudicial del suelo debida al cultivo excesivo y para reconstruir suelos que ya han sido alterados con graves daños.
El conocimiento básico de la textura del suelo es importante para los ingenieros que construyen edificios, carreteras y otras
estructuras sobre y bajo la superficie terrestre. Sin embargo, los agricultores se interesan en detalle por todas sus propiedades,
porque el conocimiento de los componentes minerales y orgánicos, de la aireación y capacidad de retención del agua, así como
de muchos otros aspectos de la estructura de los suelos, es necesario para la producción de buenas cosechas. Los requerimientos
de suelo de las distintas plantas varían mucho, y no se puede generalizar sobre el terreno ideal para el crecimiento de todas
las plantas. Muchas plantas, como la caña de azúcar, requieren suelos húmedos que estarían insuficientemente drenados para
el trigo. Las características apropiadas para obtener con éxito determinadas cosechas no sólo son inherentes al propio suelo;
algunas de ellas pueden ser creadas por un adecuado acondicionamiento del suelo.
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